La fanaticada merengue terminó desilusionada. La "Décima" sigue negada. Foto: Getty Images. |
La gloria la
escribirán otros.
Ángel Navas B.
25-04-2012
Bayern Munich y
Chelsea fueron los púgiles que siempre tuvieron contra las cuerdas a los que en
teoría eran los más fuertes y ganaron quizás, las peleas de sus vidas.
El guión estaba listo… Toda la tramoya
estaba como mandada a hacer... Así como cuando produces una película y ya
tienes toda la fase previa montada: posibles locaciones, escenografías, actores
principales y de reparto, cámaras… Todo estaba al punto… Pues no terminó siendo
así. Casi siempre te sale un inconveniente, los imponderables… Algunas
eventualidades previsibles, otras no tanto.
Casi todo estaba a punto… Los
asientos de primera fila reservados, las mesas en los bares y restaurantes, dispuestas a presenciar lo que hubiese sido
uno de los espectáculos más llamativos e inolvidables de los últimos tiempos,
no sólo en lo deportivo, sino de toda índole. Pero todo se cayó.
Se cayó, no porque quienes
“fracasaron” lo hayan inmerecido… El deseo de muchos de que la final de la UEFA
Champions League entre Real Madrid y Barcelona se jugase por primera vez, se
diluyó tras el bajón de esperanzas que sufrieron tras ser eliminados de toda
contienda esta semana.
Madrid y Barcelona fueron los
epicentros del mundo futbolístico. Todo giraba en torno a esas ciudades, que se
engalanaron para recibir a sus rivales, “mediáticamente inferiores” pero con
mucha hambre de triunfo y de demostrar que están a la par de los dos equipos
llamados a ser los mejores.
El Chelsea fue fiel a su estilo,
bueno, al estilo que les ha impuesto en los últimos tiempos su entrenador Roberto
DiMatteo, quien cogió las riendas del equipo londinense tras la salida (para
algunos traumática y hasta orquestada) del portugués André Villas-Boas quien
por resultados, no pudo con este equipo donde se ha invertido un dineral para
lograr lo que ni Mourinho, ni Luiz Felipe Scolari, por citar a dos grandes
entrenadores, no pudieron en su momento.
Lo llamaron “antifútbol”… Término
que cada día queda en el ostracismo cuando se obtienen resultados superlativos.
Pero así es esto, el despotricar y criticar esquemas y planteamientos que
conllevan al éxito de una u otra manera, es arar en el mar. No hay nada peor,
que criticar la mezquindad cuando le terminas negando el pan a quien también
puede necesitarlo.
Y ciertamente es mezquino decir
que el Chelsea aplicó el “antifútbol”. Los ingleses no jugaron con doce o trece
(aunque a veces pareciera eso) ni le vendaron los ojos a sus rivales, ni
golpearon a matar. Simplemente se ayudaron con una actitud defensiva que ha
sido efectiva a través de los tiempos. Es así, gústele a quien le guste.
El Barcelona, fiel a su creencia,
terminó chocando y siendo traicionado por su propio estilo. Es muy cierto que
jugar bonito y ser vistoso con el balón es mucho más efectivo (decir lo contrario
es blasfemo dado el éxito de los culés en el último lustro). ¿Pero hasta que
punto? Los rivales terminan estudiando a este conjunto que sin duda dejó su
huella en la historia, como el Madrid de los 50 o de la era de los galácticos y
el Milan de Arrigo Sacchi, quienes por cierto, son los últimos en ganar de
forma consecutiva la Copa de Europa, hace más de 20 años.
Sin embargo, los blaugranas han
estado en un bajón de efectividad de cara a gol preocupante. Para ganar hay que
hacer goles… Si no los haces, ¿Cómo pretendes llevarte el éxito? Tampoco es que
el Barcelona es un equipo endeble en ataque, pero hay cierto desbalance en el
último cuarto de cancha cuando no tienes una variante ofensiva de peso. Alexis no
es “9”, Cesc no lo es y ojo, Villa, que es lo más parecido (hoy lesionado),
tampoco lo es.
El Chelsea es digno finalista… Poco
importa si se “ultradefendió”, si Drogba terminó sacrificado. ¿Él se quejó? No
lo creo… Fue el verdadero titán de ese conjunto. Su boleto a Munich, se lo ganó
en buena lid, utilizando el arma que tenía a la mano. Mezquino es no
reconocerlo. Muchos quisieran estar donde estarán ellos el 19 de Mayo.
Llega la hora del Madrid-Bayern…
Los teutones fueron evidentemente superiores en la serie. El equipo merengue
que ha deseado de manera intensa la obtención de la “Décima”, pareció en esta
eliminatoria no ir con ese mensaje. Si vio maniatado y se diría que hasta
asustado ante un rival que desde el primer minuto en Munich, lo fue llevando
hasta donde ellos quisieron.
Desde esta trinchera siempre se
dijo que el futuro de los blancos pasaba por lo que ocurriera en el Arena
Fussball, en ese partido de ida. Tras conseguir ese gol de Özil, se replegaron
y se conformaron. ¿Criticable? Posiblemente no… Pero una institución rica en
historia no puede darse estos lujos, sobretodo cuando padece de deficiencias
defensivas demasiado elocuentes. El 2-1 que obtuvieron los bávaros fue un
premio para quienes lo intentaron más y un bálsamo para quienes propusieron
menos.
¿Que se podía esperar de la vuelta
en el Bernabéu? ¿La misma escena? El Madrid salió con todo, pero se conformó
con el 2-0 a favor en los primeros 20 minutos, gracias a Cristiano Ronaldo,
quien apareció en el momento clave, digan lo que digan. El conformismo de los
blancos se tradujo en una displicencia defensiva irritante. Llegó el penal
cometido a Mario Gómez y posteriormente convertido por el holandés Arjen
Robben, para que de inmediato, el encuentro se convirtiera en un toma y dame,
si, pero siempre con los alemanes con la ventaja del pegador que sabe que tiene
al púgil rival contra las cuerdas, a punto de un knockdown.
El Bayern gozó de muchísimas
ocasiones, especialmente por las bandas donde Robben y Ribery hicieron lo que
les dio a gana con Arbeloa (de patético partido) y de Marcelo que si bien luchó
y hasta de cierta manera, es el “jugador del pueblo”, no estuvo a la altura
básicamente por realizar un trabajo del cual no ofrece el mejor beneficio. Los
merengues no vivieron una noche más amarga, gracias al espíritu de Juanito, que
tanto invocaron previo al choque en Chamartín.
La definición por penales, lejos
del lugar común de la suerte, fue una ronda donde las piernas ya no dieron más.
Las ideas son difusas, los nervios prevalecen aún más. Pero también, el éxito y
el desempeño de los arqueros son directamente proporcionales a todas esas
atenuantes. Casillas y Neuer fueron los
protagonistas principales de una película que tenía un final, ¿inesperado?
Jupp Heynckes, entrenador héroe
de la “Séptima” y villano camino a la “Décima”, lo dijo: “La única sorpresa se
dio en el juego de ayer”. Evidentemente confió siempre en sus dirigidos. En lo
que podían realizar y en el miedo perdido que tenían ante un equipo, superior
en cuanto a nombres en la cancha, pero timorato en la propuesta.
Analizar que ocurrió finalmente
en la serie desde el punto de vista de los tiros penales es irresponsable, pero
si termina otorgándole un valor preponderante a lo que son las verdaderas ganas
de ganar. A la capacidad para resolver ante la adversidad, a lo Rocky Balboa, pero
tanto a blancos como a blaugranas les faltó la última pegada. Esa que hubiese
escrito una página más en su excelsa gloria. Enhorabuena para quienes si
lograran seguir escribiéndola.