Se cansó, como también muchos lo hacen (y hacemos)...
Por: Angel Navas B.
27-06-2016.
Mucho tiempo sin escribir en esta ventana. Vaya, hoy es el día del periodista en Venezuela. Profesión golpeada. Zarandeada y cada día que pasa, más subestimada. Como otras tantas en el país. Y quizás por eso y otras tantas razones más, hoy me atrevo a retomar este medio, para repasar unas líneas que ojalá sirvan de desahogo.
Eran las 11:00 pm aproximadamente cuando, sentado frente a la TV, de nuevo veo caer derrotada a la selección argentina de fútbol. Otra amarga derrota, ésta, luego de demostrar la mejor versión de equipo (en todo el estricto concepto que eso denota) que se haya visto en dos años y tanto. Anoche fue una sensación que a mi en lo particular; amante del deporte y de la selección argentina desde los tiempos del Mundial de Italia en 1990 y con algunos flashes que en mi niñez dejó Diego Armando Maradona en México 86; como de "otra vez ocurrió, pero sabía que pasaría".
No era profetizar el desastre. Era simplemente que de nuevo se abría esa brecha entre la decepción y las ganas de ver algún éxito. Ese éxito que no me corresponde porque ni soy argentino y lejos de serlo y pretender serlo, ni siquiera en mis análisis cuando de la profesión se trata. Era que, al momento de ver el partido por la televisión junto a mi hermano, éste me dijo tajantemente "si van a penales, capaces que pierdan". Mi respuesta fue solamente asentir. Con ese temor de decirle plenamente "Si. Lo harán".
Y ese pensar, lo tenía porque ví a un equipo muy desgastado en lo físico y mental. No tanto en lo tácitamente futbolístico. La presión que esos muchachos tenían era tremenda. Era su Copa. La Copa que tenían que ganar. Casi diseñada para ellos. Eran 23 años (y ahora seguirán sumando más calendarios) sin levantar un trofeo importante. Las medallas doradas de Atenas y Beijing son un caliche, para el periodismo mundial, para el aficionado, y hoy por hoy, hasta para los mismos jugadores; incluso muchos de ellos portadores de esa preciada joya.
Era ganar porque si. Era quitarse de encima un peso tremendo. Era sacudirse de la crítica. Del irrespeto. De las burlas. De los "memes" que tan hoy en día viralizan las redes sociales de manera grosera. Para bien o para mal. Risas aparte. Es burla al fin.
Era también para que la gente se olvidara de ese triunfo de 1986. No debe ser fácil vivir con bajo el recuerdo de esa gesta y que te lo saquen a flor incesantemente. Anoche lo conversaba con un colega y le decía "que triste debe ser para estos tipos, ver como se vive de esa gloria pasada y que hasta documentales hagan porque nadie más, ni ellos, se han encargado de escribir otra historia".
Debe ser tremendo eso. Como también lo debe ser ver a Lionel Messi caer. Desolado. Triste. Abrumado. A ese muchacho lo estoy viendo jugar desde 2005 y dije "está naciendo un genio". Pelé, Maradona, Cruyff y Zidane ya estaban quedando en la retina. Contar lo que pasó con él después de casi 11 años no vale la pena. Y no porque no lo merezca. El tipo de verdad es un genio. Un animal. Un extraterrestre. Cada fin de semana con su equipo, Barcelona, lo demuestra. Pero también es humano y se cae. Se cansa. Y se cansó.
Aún cuando puedas ser lo más exitoso posible. Tengas todo el talento que se pueda imaginar. Si tienes una sombra que te rodea y que no te deja completar un logro más, eso te puede lastimar y tumbar. ¿Y como puede caer de rodillas un hombre que lo ha logrado casi todo? Campeón con su equipo. Con su selección juvenil. Medallista olímpico. Adinerado gracias a ese esfuerzo. Seguramente pleno en muchas otras facetas de su vida. Pero ese lunar de no obtener el triunfo que más ha soñado lo dejó muy en evidencia.
Messi soltó lágrimas. No fue el llanto desesperado e insultante de Maradona tras la final del mundial 90. Quizás no quería exponerse más. El saber que su equipo no logró el objetivo y sentirse culpable (y ésta vez pienso que no es el único responsable) lo devastó. Al final del juego usé una de mis redes sociales para llamarlos, a todos, perdedores. Fracasados. Y luego hoy, reflexionando, ya pasado lo caliente del momento, no me arrepiento pero si reconozco mi injusticia y hasta mi temeridad por la afirmación. ¿Quien soy yo también para denigrarlos? ¿Acaso yo he logrado más cosas que ellos? ¿Acaso me siento lo suficientemente pleno y satisfecho en todo ámbito para tratarlos así? ¿Yo también no me he caído y decepcionado? En fin, ¿Quien diablos soy yo?
Luego de todo ese llanto por una nueva decepción, el capitán de la selección argentina, el ídolo para esta nueva generación que se aparta de quienes crecimos con la doctrina maradoniana, el mejor del mundo para muchos. Ese muchacho introvertido que asombra cada vez que juega, decide dar un paso al costado. Decide renunciar, por ahora, al sueño que de niño seguramente tuvo. Para quienes lo conocen, es una decisión tomada. Puertas adentro, con su familia y amigos, probablemente cambie de parecer. Pero hoy eso no parece probable.
Hoy las criticas son muchas. Y ya por no haber perdido. La derrota queda en un segundo plano. Y ni hablar del análisis de lo que dejó ese partido y la consagración chilena como el mejor equipo de fútbol del continente. Nadie habla de eso. Era evidente que la tapa del diario de la mañana iba a pasar por la decisión del 10 argentino. Eso potencia mucho más lo que se pueda decir en los periódicos, en los canales de TV o redes. Y así será por algún tiempo.
El muchacho no pudo más. Lo llaman desde "cagao" hasta "mierda" por lo expuesto por él. Y de una u otra manera se entiende su "basta ya". Cuando uno se cae, pasa mucho tiempo para levantarse. La derrota y decepción lo sobrepasó. Hay que estar en la cabeza de la persona para saber que pasa allí. En incluso hasta en el corazón para poder saber que soportar y que no. ¿A quienes de ustedes, que puedan estar leyendo estos párrafos, no han sentido las ganas de renunciar a lo que más desean y adoran porque ya sienten que no pueden intentarlo más? ¿Por más que uno sienta que lo ha podido dar todo y que no se equivocó con lo hecho o dicho, siente que no hay correspondencia y por eso decide dar un paso al lado? El que no haya sentido eso alguna vez, carajo... Lo felicito. Y si han de llamarnos cobardes por no seguir intentándolo, bienvenido sea entonces.
La gente se cansa. Messi se cansó. Muchos también lo hacen. Y lo hacemos. Queda de parte nuestra, recuperarnos luego. El tiempo, inexorable como no, dirá.