Por: Ángel Navas Borges.
Cuando se dio inició a esta serie de encuentros entre Real Madrid y Barcelona en la pasada temporada 2010-2011, muchos procuraban un espectáculo de primera, con juegos que iban a poner en obvia evidencia, la calidad de los actores presentes en el terreno de juego. Al menos, en la teoría eso estaba planteado.
Sin embargo, los dimes y diretes que por momentos se han sobre-exaltado, ha dado pie a comentarios casi negativos en torno a lo que se ha convertido el “clásico” español por excelencia. El juego del Real Madrid, dicen algunos, ha originado una creencia casi sorprendente de lo que no se debe hacer en un campo de juego. José Mourinho, el entrenador portugués del equipo merengue, cada día se convierte en el showman que todos detestan… En aquel personaje antagónico de película de acción que, si bien siempre se lleva casi todos los créditos por el buen performance, también acapara toda la crítica destructiva posible por la maldad que puede destilar.
El nativo de Setúbal, es el personaje que todos quieren mimetizar, en lo bueno, pero al que nadie se quiere parecer, en lo malo. Y muchos creen hoy día, que no es el indicado para llevar las riendas de una institución que ha perdido brillo, no solo en su juego, sino en lo emblemático de su historia, rica en éxitos, más allá del fanatismo que se pueda profesar a favor y en contra. El Real Madrid es una entidad de renombre y prestigio que sólo muy pocos se atreven a echar por tierra. Pero hay quienes ya consideran a “The Special One”, en el catalizador de toda energía negativa alrededor del equipo e institución. Vaya que cosa tan grave.
Por otra parte, el resultado de la Supercopa española deja claro que en el Barcelona no existe nada más que el éxito, radicado en la conjunción de factores que conllevan a un resultado único: “Grupo”. Esa unión de jugadores, “eternos, míticos”, como los considera su entrenador Pep Guardiola, cada día alimentan más de vistosidad y elegancia al mundo futbolístico. Más allá de las consideraciones posibles… que si cansan a la vista por la abundante tenencia del balón… Que si no se vislumbra un cambio generacional próximo… Que si son demasiados eficaces para el gusto de la gente… Al final, para nada eso importa hoy mismo. El “tiki-taka” del futbol español se ha concentrado en esencia, en lo que representan la mayoría de los jugadores de este club, y que con la adición magistral del cariñosamente llamado “enano rosarino”, Lionel Messi; el mejor del mundo no hay duda; hace de este Barcelona, un equipo realmente galáctico (adjetivo usado para calificar en otrora, a su eterno rival).
Pero ambos equipos, Madrid y Barça, tienen una tarea pendiente aún… El no dejarse llevar por las emociones ni por la excitación que claro está, producen estos clásicos. Es difícil, seguro que si, pedirle a más de 22 jugadores que no tengan el afán por conseguir el éxito de cualquier manera. El problema está en la forma como conseguir el resultado positivo. Esto, lo dijo el entrenador catalán, “lleva muy mal camino y podría terminar muy mal si no se controla”. Ya Vicente del Bosque, seleccionador español y campeón del Mundo, mostró su preocupación al respecto. Se trata de una preocupación elocuente sobre comportamientos que comienzan (y hay que decirlo sin tapujos) en laboratorios mediáticos españoles que se encargan de echarle leña al fuego, y sobre la cual, los involucrados (entrenadores, cuerpo técnico, jugadores y directivas) han caído en una práctica que no le está haciendo bien a ninguna de las partes.
Parecía que todo esto había quedado atrás, desde los tiempos de insultos de Josep Lluís Núñez y Ramón Mendoza, pasando por Joan Gaspart y Lorenzo Sanz, antiguos directivos catalanes y merengues. Y es bueno que vuelva a quedar en el olvido. Que toda esta palabrería quede nuevamente en el pasado, como aquellos malos recuerdos que desean ser borrados de la mente cuando no han sido de agradables vivencias.
El Madrid y el Barça a lo suyo… Quedará de parte de los blancos, seguir el patrón de juego mostrado en la serie de Supercopa. Han mejorado notablemente en la explosión futbolística (que nadie duda que no la tengan), solo que ante el Barcelona, incluyendo la final de la Copa de Rey, sufrió una metamorfosis muy, muy negativa. ¿Que decir de los culés? Pareciera que nada les falta, pero seguramente algún resquebrajamiento mostrarán por lo extensa de la temporada y porque los rivales, mas allá del éxito o fracaso de su misión, se encargarán de estudiarlos con mucho hincapié, y por allí deberá colarse el conjunto madridista si quieren pelearle realmente de tu a tu en los próximos años. No con palabras huecas ni con agresiones a tontas y locas… Nadie quiere eso. Por ello, a partir de ahora, comienza un descanso merecido para todos. Inclusive, para quienes gustamos de la calidad que ambos equipos exhiben semanalmente. Empieza una desintoxicación “clásica”, realmente necesaria.